Por Dr. Miguel Palacios Frugone
Los puntos de vista contrarios a quien ejerce el poder, deben ser los derechos ciudadanos más permitidos. Cuando un empleado público utiliza su cargo para insultar, ofender y descalificar a quien no piense como él; es un tirano.
Correa ha irrespetado a todo el país. Haciendo uso de la impunidad que le otorga su cargo, utiliza su verborrea para referirse en peyorativos términos a todos los que no estén con él.
Para muestra de su intolerancia: Le dijo cobarde a Fausto Ortiz, idiota al ecuatoriano en Italia, Periodista pornográfico a Alfonso Espinosa, vieja pelucona a Margarita Arosemena, aniñada y divorciada de dudosa moral a Roxana Queirolo, viuda llorona a Diana Acosta sin saber que estaba de luto por la muerte de su hijo, incapaz a Carlos Pareja Yanuselly, incapaz al Superintendente de Bancos, gorda horrorosa a una periodista, machito y mujeriego a Carlos Vera, matón de barrio Jaime Nebot, viejo decrépito a Ramiro Borja, Madre de Calcuta a Jorge Ortiz, viudas de la partidocracia a las asambleístas, payaso completo a Galo Lara, retrógrado a Álvaro Vargas, adefesioso y mafioso a Nebot, mafioso y mentiroso a Lucio Gutiérrez, terrorista a la Alcaldesa de Dayuma, inepto a Alfredo Palacio, fuera de aquí a Emilio Palacio, mafioso a Arroba Ditto, también denigró a los apellidos Arosemena, Estrada, March, le dijo majadera a Martha Roldós, insultó al presidente de Colombia, al Ministro de Gobierno de Colombia, Al Ministro de Obras Públicas Jorge Marún, al Ministro del Migrante, a mí Psiquiatra recadero, etc.
Correa es un insultador sin límites. En su sobrevalorada soberbia se ha peleado con la Iglesia.
Un desquiciado por el poder puede ser prepotente, ególatra y autoritario, pero debe tener algún límite. Cuando no se respeta al sexo opuesto y se arremete contra las creencias religiosas, estamos frente a un perverso sin freno moral para el control de sus impulsos.
Atacar a la Iglesia Católica en los términos de “a mí que la Iglesia no se me meta con la partidocracia”, supone para quienes vivimos del análisis, que cuando alguien dice “a mi que no se me meta” es por que quien lo dice asume que aquello de lo que habla le pertenece. En su desbocada soberbia, cree que la Iglesia también es suya y por eso no puede permitir que se vaya en su contra.
Algo que raya en lo criminal, es la incitación a la desobediencia religiosa. Esto lo hace cuando trata de levantar al pueblo para que arremeta contra los curas por expresar su punto de vista. En esto radica el mayor peligro, ya que muestra al desnudo hasta donde es capaz de llegar un tirano que no respeta a Dios, la ley o la religión y peor a los ciudadanos. Si se mete con la fe del pueblo, nos está diciendo claramente que el único pensamiento permitido será el suyo.
Otra cosa inadmisible, es ver cómo ha hecho una cuña televisiva con El Arzobispo de Guayaquil. Aparte de que el Obispo pudiera reclamarle sus derechos de propiedad intelectual, el mismo Correa con la cacareada censura a los medios y el control del contenido, pudiera ser sujeto de un juicio penal por el Obispo. Contratar a una artista para que exprese una opinión que no es propia sino que expresa el ataque de quien la escribe, no solo es sucio, sino falto de ética y moral, porque mediante el manipuleo de las palabras, se hace creer al pueblo que ese pensamiento es el de la mujer del comercial, cuando en realidad pertenece al libretista que ataca al Obispo para los fines políticos de Correa.
Ahora una militante de un movimiento del gobierno ha llamado al prelado para una confesión judicial, que se sabe como comienza pero no como termina. Por supuesto que el emperador negará haberlo propiciado y como siempre dirá que es una mujer del pueblo que espontáneamente lo hace. Esta mujer que es una activista política, fue la que por orden del gobierno se encadenó frente a la fiscalía para impedir la posesión del antiguo fiscal.
El tirano se ha pasado de la raya. Ni el peor de los dictadorzuelos ha llegado a la bajeza con que Correa se maneja. Solo falta que se mande a golpear o matar a los que pensamos diferente.
El pensamiento malévolo y la desesperación de quién se sabe perdido en el referéndum no tiene límites.
Un loro belicoso que no conoce el respeto por el pensamiento de otro, no es un demócrata sino un tirano. Con todas las muestras cometidas, está muy claro que tiene graves trastornos de personalidad y es un entontecido por el poder. Hoy desesperado, está desquiciado porque la situación se le va de las manos y va a perder.
Quien reniega de la fe o de su Iglesia es un hereje. A Correa le importa más su egolatría que su Dios. En su delirio Mesiánico arremete contra todo lo que cree un obstáculo, no importando si lo hace contra el mismo Creador, el diablo o los ecuatorianos que gracias a Dios no pensamos como él.